Teresa Cárdenes
El 20 de agosto de 2008, con un avión envuelto en llamas
desplomado sobre la pista 36L de Barajas, un silencio espeso invadió
las salas del aeropuerto de Madrid y un latigazo de espanto sacudió a
las familias de los pasajeros y los tripulantes que iban a bordo del
Sunbreeze, el MD-82 de Spanair que se estrelló sobre el arroyo de la
Vega segando la vida de 154 personas. Casi seis años después, otro
silencio aún más espeso, inducido por quienes pretenden acallar el dolor
y los derechos de los que murieron, pero también todo el horror
soportado por quienes les sobrevivieron, amenaza con envolver a las
familias que aún esperan (y se desesperan) por la acción de la Justicia.
154 vidas destruidas. ¿Cómo calificar que casi seis años después muchas
de las víctimas, madres que han perdido a todos sus hijos, hijos que
han perdido a sus madres, abuelos y tíos que han tenido que soportar la
brutalidad de la evidencia de familias enteras borradas del mapa, cómo
calificar que muchos de ellos tengan que aferrarse todavía a una
pancarta para pedir justicia? ¿Qué adjetivo ponerle a que los tres
presidentes de la asociación de víctimas sigan sentándose todavía en el
banquillo para responder ante el abogado que les reclamó primero dinero y
luego responsabilidades penales por un supuesto menoscabo de su imagen
profesional? ¿Cómo definir que, después de perderlo todo, estas familias
tengan que soportar todavía las dilaciones judiciales instigadas por
una compañía aseguradora que, por pretender, ha pretendido hasta que
paguen las costas? ¿Cómo justificar que un superviviente con las piernas
destrozadas por el accidente tenga que lanzarse a la red y a la calle
en busca de firmas y suscripciones de apoyo para exigir a la aseguradora
que no los tase y los despache con baremos de accidentados de tráfico?
¿Cómo digerir que haya políticos que olvidaran por completo que un día
sucedió la tragedia de Spanair y otros que se nieguen a recibir a las
familias si ese día ya se vieron con un cargo público de otro partido?
¿Cómo aceptar como ciudadanos que caiga sobre estas familias semejante
montaña añadida de atrocidades, rematadas en algunos casos con la
mezquindad cínica de la política y en otros con la desfachatez miserable
de quien quiere mandarlas a callar?