Tiene la piel de gallina, el vello erizado y el vientre
hundido porque lleva tres días prácticamente sin ingerir alimentos. Pero
no está en huelga de hambre, es un parado, de los más de 10.000 que
tiene La Palma, que vive en una situación límite. Francisco Javier Plata
Medina, de 39 años, está en paro desde hace un lustro y carece de
recursos económicos para comer él y su hijo de siete años. “Ya no
aguanto más”, ha asegurado este lunes a LA PALMA AHORA mientras las
lágrimas se derraman por un rostro de mirada ausente y sin esperanza.
“Yo soy de los palmeros que por las noches, a partir de las nueve,
recojen alimentos en los contenedores de los supermercados de la avenida
de El Puente, porque muchos están en buen estado y se pueden comer”, ha
confesado.
Francisco Javier ha acudido a la
concentración simbólica que ha convocado este lunes la Plataforma de
Desempleados de La Palma ante las sedes del Servicio Canario de Empleo
(SCE) de Santa Cruz de La Palma y Los Llanos de Aridane y en la que
algunos de los asistentes han vestido camisetas rojas para denunciar "el
drama del desempleo” en una Isla en la que muchos de sus habitantes
están viviendo “bajo el umbral de la pobreza” y reclamar "un trabajo
digno o una renta básica".
En siete años, Francisco Javier, que reside en la
urbanización Benahoare de la capital, lleva seis desahucios. “Me he
separado de mi mujer porque juntos no podemos sobrevivir; yo cobro 213
euros y no tengo ayudas ni para pagar los libros de mi hijo pequeño, ni
para el alquiler; me siento engañado porque entregué los papeles en
Asuntos Sociales, fui a protestar al Ayuntamiento y me dicen que yo no
he aportado ninguna documentación; me encuentro desamparado”, asegura.
“Estoy muy agradecido a Cruz Roja porque me ayuda, me da garbanzos y
arroz, pero qué hago con eso si no tengo ingredientes ni para hacer un
potaje”, se pregunta.
Los Servicio Sociales del Ayuntamiento, según cuenta, “me dan 75 euros
cada dos meses, pero con eso no puedo sobrevivir y tengo que comprar los
libros para el niño”, insiste. “Vivo con mi madre, porque a mí ya me
desahuciaron, y a la que era mi mujer también la van a desahuciar; nos
separamos por el problema económico, no por otra cosa, porque juntos no
tenemos ni para pagar una bombona”, admite.
Francisco
Javier se ha dirigido varias veces al Ayuntamiento y al Cabildo “pero
no me dan solución, se van pasando la pelota de unos a otros”. “Yo estoy
en la calle pidiendo comida todos los días para alimentar a mi hijo, y
te enseño la cartilla: lo que tengo son -173 euros y pasando frío porque
no como, ya no aguanto más mi niña”, insiste. “Estoy viviendo en la
calle, de la caridad de la gente, que sí responde; voy casa por casa con
una mochila y me dan azúcar, atún y hasta dentro de las cajas me he
encontrado dinero, pero esta situación no se puede mantener”.