martes, 1 de octubre de 2013

«¡Un trabajo, por mis hijas!»


Corina Muñoz «¡Necesito un trabajo para mantener a mis hijas!», exclama Carina desde el callejón sin salida de subsistir solo con los 288 euros que aporta su hermana a la unidad familiar. No hay dinero para material escolar, ropa...

David Monserrat
En casa no hay nada dentro de la nevera desde hace días, quizás semanas. La abundancia de tiempos felices es ahora solo nostalgia del pasado. Apenas los restos de las últimas bolsas que trajeron desde Cáritas. «Gracias a los vecinos de nuestro portal, que nos traen platos con comida, vamos saliendo adelante», explicaba ayer Carina Muñoz, que, en paro desde el mes de enero de 2011, busca desesperadamente un puesto de trabajo para  mantener a sus dos hijas de 8 y 13 años de edad. «Todas las semanas dejo currículums en todas partes, pero no llaman», explicó.
En el hogar familiar, una casa de protección oficial en El Charco, también vive la hermana de Carina, María José, que por el momento aporta los únicos ingresos: en total 288 benditos euros al mes por su trabajo como ayudante en una guagua de transporte especial para personas con discapacidades. Pero, obviamente, esa cantidad no da para casi nada. Mucho menos para las necesidades de dos mujeres y dos niñas.
A pesar de su situación de extrema precariedad, Carina no cobra ningún tipo de prestación económica del Estado. Lo único que recibe son unos bonos de alimentación del Ayuntamiento de Puerto del Rosario una vez al mes. Y, por supuesto, la ayuda de Cáritas y la solidaridad de algunos de sus vecinos.
Carina se quedó fuera del Plan de Empleo Social del Ayuntamiento de Puerto del Rosario. No está segura del motivo. No tuvo suerte. O no cumplía los criterios. Al menos esto último es lo que le aseguraron después de haberse presentado a la entrevista de trabajo. «Al final me dijeron que no me veían como a una persona necesitada, a pesar de ser madre soltera y sin empleo», lamenta Carina.
Pero es que sus hijas tampoco tienen derecho a ayudas escolares, «por no haber podido pagar el Impuesto de Circulación de Vehículos». De hecho, a día de hoy, «las niñas están estudiando sin libros». Las cosas empezaron a ponerse feas en casa hace ya casi dos años, cuando falleció la madre de Carina y María José. Hasta entonces se sustentaban gracias a la pensión de viudedad de la madre. Aunque no había para lujos, podían pagar las facturas, comer y vestirse.
Ahora la situación de la familia se ha vuelto insostenible. No pueden pagar las facturas. «Estuvimos seis meses sin agua y sin luz, no podíamos pagar, y con dos niñas pequeñas». Ahora  viven atemorizadas ante la posibilidad de que  las desahucien por tampoco abonar la cuota de la comunidad. «Mientras no tenga trabajo no voy a pagar, no tengo dinero, y lo primero es comprar comida para mis hijas», añadió.