martes, 2 de abril de 2013

El paro juvenil siempre es el doble que el paro general.

 SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife
El desempleo entre los jóvenes se ha multiplicado desde que en 2008 la crisis cruzó el Atlántico. A partir de ese momento los políticos empezaron a elaborar un sinfín de propuestas que tienen un denominador común: dar oportunidades a los más jóvenes. Sin embargo, para Saturnino Martínez y otros expertos este no es el problema de fondo. “No hay una regla en las ciencias sociales que sea tan exacta como esta: el paro juvenil siempre es el doble que el paro general. En España, desde que se tienen datos, siempre ha ocurrido así, y con la crisis se ha repetido esta tendencia”.
Esta regla de tres no significa que haya que olvidar que hay miles de jóvenes que no pueden acceder a un empleo, sino que hay que tener presente que “esta realidad no podrá cambiar hasta que no se pongan en marcha políticas de empleo dirigidas a toda la población”. En Canarias y en España estas cifras son más alarmantes porque el paro total es más elevado que en la mayoría de los países de la zona euro. La escasa formación de la población vuelve a ser la clave.
El indicador actual es superior al que se registró a finales de la Dictadura
Así y todo, este experto recuerda que los jóvenes siempre tendrán más oportunidades de cambiar su futuro. En la mayoría de los casos cuentan con más tiempo, tienen más predisposición al aprendizaje y no tienen cargas familiares. La emigración es una opción para ellos, pero para los padres desempleados de más de 50 años es una tragedia.
“Poner el foco en la juventud en vez de en la desigualdad de clases es una forma de tergiversar el debate público, pues se presenta como problema juvenil lo que es una desigualdad de oportunidades según el origen social. Parece que preferimos pensar que tenemos problemas juveniles en vez de pensar que los jóvenes, según en la familia que nazcan, tienen oportunidades muy diferentes. Con los años se deja de ser joven, pero no se acaba con las clases sociales”.
Quizá el reto esté en saber que siempre hemos sido diferentes, hace treinta años y ahora, pero no tan desiguales.