jueves, 16 de febrero de 2012

LA VERDADERA CARA DEL PARO

VICENTE PÉREZ | Arona

No son los primeros ni serán los últimos, pero su caso es un ejemplo estremecedor de los efectos de la crisis económica. Raquel González, de 20 años, y Jonathan Ramos, de 30, se quedaron en paro, literalmente en la calle, y ya sin subsidio por desempleo.
Sobrevivieron siete meses en una destartalada y gélida caravana hasta que la proximidad del parto de su segundo hijo les obligó a buscar la única salida que vieron: ocupar una de las viviendas de protección abandonadas en Llano del Rey, junto al casco de Arona. Su único sustento es una ayuda en vales de alimentos concedida por el Ayuntamiento de Arona.


Allí viven sin luz (afirman que el Consistorio les cortó la pasada semana el cable con el que daban corriente a un frigorífico) ni agua corriente, aunque han limpiado el inmueble y arreglado puertas y ventanas para que entre menos frío, sobre todo pensando en sus hijos, una niña de un mes y un niño de 13 meses. Son lo que más quieren en el mundo y por quienes lucharán sin desmayo.
Jonathan no está en paro por falta de preparación profesional, pues es gruista de la construcción titulado, y además diplomado en electricidad de edificios y viviendas y mecánica de vehículos ligeros. Pero la construcción no levanta cabeza, y nadie le da empleo.
“Si ninguna Administración nos daba una vivienda, y sin trabajo y con hijos menores, sólo nos dejaban una salida, y se lo advertimos al Ayuntamiento antes de hacerlo: ocupar una de estas casas, que son públicas; nos da rabia que con tanta gente sin hogar, algunos en cuevas, estas estén abandonadas, aunque no tienen problemas estructurales y sería muy fácil rehabilitarlas”, comenta este joven, santacrucero de nacimiento, con su hijo en brazos, mientras su mujer, originaria del barrio aronero de Guargacho, acuna a su bebé.
Están a la espera de que se les reconozca la prestación canaria de inserción, y también de una vivienda de protección oficial que pidieron hace seis meses, pero que les puede tardar años. Quieren además recoger firmas en demanda de una vivienda digna para ellos y quienes estén en su misma situación. “No nos vamos a quedar con los brazos cruzados, pues, si no luchamos, ¿qué futuro nos espera? ¿Y a nuestros hijos, que están empezando a vivir?”, proclaman.

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