lunes, 15 de octubre de 2012

Las Chumberas: ni podan ni les dejan podar

Javier Darriba     Las Palmas de Gran Canaria
Una vieja discusión bizantina sobre el carácter público o privado del parque de Chona Madera ha llevado a los vecinos de Las Chumberas a una especie de autogestión:ellos mismos podan, cuidan y riegan las zonas verdes, y colocan barandillas donde pueden con tuberías. Pero lamentan que el Ayuntamiento no les asista.
En el parque de Chona Madera, en el corazón de Las Chumberas, el Ayuntamiento es algo así como el perro del hortelano pero en versión vegetal: ni poda, ni deja podar. Ante la persistencia municipal en la convicción de que el parque es una zona privada -los vecinos alegan que es público desde 1966-, los residentes de la zona se han lanzado a cuidar sus espacios comunes, en especial los jardines. La sorpresa se la han llevado cuando tras pedir un contenedor para tirar los restos vegetales se han encontrado con la inspección municipal.
«Aquí se metía la gente a fumar de todo», explica Santi Rosario, uno de los jóvenes que cuidan del parque, «así que nos metimos a limpiarlo, lo podamos y nos vinieron los inspectores con que si nos iban a denunciar».
Su compañero lo secunda. «Les llamamos para pedir un sitio en que tirar la poda y nos dicen que no podemos y nos llaman la atención», explica Cristo Morán, «pero el problema es que ellos tampoco lo cuidan y antes esto estaba lleno de mierda».
«Se escudan en decir que esto es privado», lamenta el presidente de la asociación de vecinos Chona Madera-Avomad, José Francisco Santana.
La falta de atención municipal no se ciñe a las zonas verdes, sino también a otros elementos como las escaleras. «Ya se han caído varias personas mayores por falta de barandillas», explica el representante vecinal, «al final, las que hay son las que han puesto los vecinos».
Uno de ellos es Sergio Marrero, que aclara que «si uno no hace las cosas aquí, nadie hace nada, está todo abandonado».
Su barandilla, una tubería pegada a la rejilla del jardín,  no beneficia a otro vecino, Saúl Pérez, también con movilidad reducida, porque las escaleras que él tiene que coger están por otro lado del barrio. «El día que está lloviendo, tengo que arrimarme a la pared por si acaso se me va la pierna», lamenta.