Juan Antonio Alonso Velarde
La administración electrónica no sirve de nada. Tenemos DNI
electrónico, firma digital, nuestros datos sólo falta que estuvieran
insertados en un código de barras en el iris para que, nada más vernos
el ímprobo funcionario, tuviesen toda la información sobre nosotros. Sin
embargo, fíjate tú, si eres canario, balear, ceutí, melillense o
residente en esos lugares y quieres viajar, tendrás que volver a
solicitar en tu ayuntamiento un certificado que acredite que resides
allí. Es decir, lo que se había conseguido en su momento, que con la
simple presentación de DNI o Pasaporte en vigor se diese fe de que el
pasajero tenía derecho al descuento por residente, ahora, una vez más,
la Administración Central viene a complicar las cosas, a hacer farragoso
lo que era cómodo y sencillo.
Este sistema dejó de utilizarse
alrededor de 2003 y ahora vuelve a entrar en vigor por una enmienda
presentada por el Partido Popular a los Presupuestos Generales del
Estado de 2012. Se aplicará desde el próximo 1 de septiembre de 2012 y
la medida viene con polémica ya que unos días antes había afirmado el
propio PP que podía acreditarse la residencia por medios telemáticos.
Sin embargo, el Ministerio de Fomento acabó por dejar con las vergüenzas
al aire al propio partido y sentenciar que no se podrá utilizar medios
alternativos para demostrar la residencia, que hay que ir con el
papelito del consistorio de turno. Y menos mal, dentro de todo, que ya
la compañía aérea no se queda con él, sino que sólo cotejará su
autenticidad y que esté en vigor (cada certificado tendrá una validez
por seis meses).
Tengo la sensación, no sé si errónea, de que esta
medida va encaminada a que las corporaciones locales encuentren una
forma de recaudar. Es cierto que hay ayuntamientos que despachan esta
clase de documentos sin coste alguno, pero muchos, más en época de
estrecheces en sus arcas, procederán al cobro del papelito y a llevarse
unos cuantos euros. Se trata de una medida absurda, que sólo complica
los trámites para una persona que, por ejemplo, le surja el imprevisto
de un viaje el viernes a última hora de la tarde o para el domingo. En
ese caso, ¿adónde vas para conseguir el certificado? ¿Se lo pides a Rita
La Cantaora o le pides luego explicaciones y cuentas al Maestro Armero?
Estos políticos, de verdad, son únicos para fastidiar hasta las cosas
que funcionaban bien.