“¿No voy a tener miedo en el cuerpo, mi niña? No
vivo esperando que llegue fin de mes y me puedan desahuciar ¿tú sabes lo
que es verse uno en la calle sin tener a dónde ir?”. Teresa Concepción
Lorenzo, de 72 años, está con el alma en vilo desde que el pasado 24 de
noviembre recibió una comunicación, vía burofax, de los propietarios de
la vivienda que habita desde hace más de 45 años en la calle Pérez de
Brito de Santa Cruz de La Palma. En la misiva se le advertía de que, en
aplicación de Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), la prórroga de su
contrato vencía el 1 enero de 2015 y de “no atenderse el requerimiento
le apercibimos del ejercicio de las acciones judiciales tendentes al
desahucio de la vivienda y ulterior lanzamiento por extinción de la
duración del contrato”.
Teresa ha ingresado el
importe del alquiler de su casa correspondiente a los meses de enero y
febrero, pero, asegura con evidente preocupación, “según me han
confirmado en Correos, los propietarios no han retirado el dinero, y
ellos ya me dijeron que si no me iba me desahuciaban; yo no sé qué es lo
que habrán hecho, pero la verdad es que tengo miedo”, ha señalado a LA
PALMA AHORA.
Dada la situación de continua incertidumbre en la que
vive, Teresa se puso en contacto hace unas tres semanas con responsables
del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma. “Lo que pido es que me
concedan una casa de protección oficial, pero me dijeron que en las de
Timibúcar tienen prioridad los vecinos de Mirca y que están haciendo
gestiones para saber cuántas se van a quedar vacías”, explica. “El
problema es que no me han dado todavía ninguna respuesta y yo temo que
llegue final de mes y me quede en la calle”, dice. “En el Ayuntamiento
me aseguran que yo no me voy a ver en esa situación, pero la realidad es
que tenía que haberme ido de la casa el día 1 de enero, y sigo aquí en
esta jaula llena de humedad y viviendo como una tercermundista, y que me
perdonen los del Tercer Mundo”.
Teresa sufre un
cuadro clínico de asma y bronquitis crónica y habita una vivienda
precaria corroída por la humedad. “Cada vez que entro en el baño, le
rezo a la virgen, porque de un momento a otro el techo se me puede caer
encima”, asegura. “Algunos dicen que como soy mayor no tengo derecho a
una vivienda, y entonces ¿a las personas mayores hay que dejarlas morir?
Lo que quiero es que los días que me quedan de vida en esta tierra, que
eso solo dios lo sabe, los pase yo dignamente, mi niña”. Insiste a este
digital, como ha hecho en anteriores ocasiones, que “con mi pensión no
puedo pagar el alquiler de un piso y todos los demás gastos que se me
vienen encima; he estado preguntado por los precios y son muy caros para
mí; además, tienen muebles y yo, los pocos que tengo, no los quiero
tirar”.
Desde que se le comunicó que tenía que
abandonar la casa, la existencia de Teresa transcurre en una angustia
permanente. “Dime tú qué hago si al final de mes me desahucian; a veces
pienso que debería empaquetar las pocas cosas que tengo, pero la verdad
es que no sé qué hacer”.