JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife
Ana tiene 42 años. Es latinoamericana, y lleva siete años en España.
Tras ser detenida por una pelea, se encuentra retenida en el Centro de
Internamiento para Extranjeros (CIE) de Barranco Seco, en Las Palmas de
Gran Canaria. “¿Por qué tengo que explicarle a un policía cuándo tengo
la regla o decirle que mi flujo es abundante y que me tiene que dar más
compresas? Es algo vergonzoso. Me da vergüenza”, se queja. Según
asegura, sólo tiene derecho a una botella de agua al día, la comida es
“mala, muy mala”, y no les permiten que les traigan nada de uso personal
del exterior.
“Las visitas tienen lugar de lunes a jueves de cinco a siete de la
tarde, en el pasillo, durante unos pocos minutos y sin intimidad.
Incluso a mi abogado le veo en esta situación, bajo vigilancia de un
policía. Creo no son las condiciones adecuadas para hablar de un tema
como el de mi situación legal”, subraya la inmigrante latina, que salió
de su país con el objetivo de ganar dinero para poder dar estudios a sus
cuatro hijos. A Canarias llegó a través de una amiga y contrajo una
deuda de 2.500 euros que ya ha pagado. Ella, a diferencia de otras
víctimas de trata, sabía que trabajaría como prostituta, pero no las
condiciones de explotación a las que la someterían.
Natasha es norteafricana. Lleva seis años en nuestro país, a donde
llegó con un visado de turista. Hace tres meses que se trasladó a las
Islas para trabajar, casi siempre en bares de alterne, aunque asegura
que jamás ejerció la prostitución, que nunca quiso dedicarse a eso. Está
tremendamente delgada. No come nada. Lleva mucho tiempo así. Cuenta que
tiene problemas de ansiedad, pesadillas nocturnas, miedos y dos
intentos de suicidio a sus espaldas.
Trato deficiente
Está muy nerviosa porque es drogodependiente. Dice que en el CIE se
siente como encerrada en una jaula y lo que hace es pedirle
tranquilizantes a la doctora para poder dormir todo el día. Como Ana,
señala que la comida del centro es “mala”, el agua “insuficiente” y que
no la tratan bien. También se queja de una de las agentes de policía la
insulta y es violenta con ella. Explica que había tenido una pelea con
una de las internas y que como castigo le habían aplicado dos días de
aislamiento en un ala vacía. Acepta el internamiento resignada y sólo
quiere que la suelten o la devuelvan a su país, porque el “infierno” que
padece en el centro es demasiado duro para su delicada salud. Estos dos
testimonios fueron recogidos entre enero de 2010 y marzo de 2012 por la
ONG Women’s Link Worldwide, que presta asesoría jurídica especializada a
mujeres víctimas o presuntas víctimas de trata de personas en los
centros de internamiento para extranjeros de nuestro país. La
organización, que visitó los tres CIE canarios (Barranco Seco, Hoya Fría
y El Matorral) y se entrevistó con la mayor parte de las internas, ha
denunciado a España ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por
supuestas “violaciones de derechos fundamentales” y “discriminación por
razón de género”, a las que son sometidas las inmigrantes recluidas en
estas instalaciones, especialmente aquellas que son víctimas del
comercio sexual.
Informe contrastado
No en vano, de las 45 internas entrevistadas por la ONG, 21 eran
víctimas o presuntas víctimas de trata, aunque su situación era “muy
difícil de identificar”, dadas las propias condiciones del
internamiento. En el documento, en el que también colaboran 15
organizaciones especializadas, los jueces de control de los centros, los
directores de estas instalaciones y el propio secretario de Estado de
Seguridad, se recalca que la organización se encontró, entre otros,
casos de “situaciones muy precarias de salud”, “denegación” de
tratamientos paliativos a las internas, diferencias de trato por razón
de género e incluso “abusos” y “agresiones físicas”. En el caso del
Archipiélago, la juez del Juzgado de Instrucción Número 8 de Las Palmas,
Victoria Rosell, confirmó a este periódico la existencia de casos de
trata en los CIE isleños, aunque reconoció que desde que inició su
competencia en el centro de Barranco Seco en 2010 no ha recibido quejas.
Sin embargo, Rosell sí manifestó que la situación de las mujeres
internas en Barranco Seco es “especialmente lamentable”. “La custodia
policial, la inexistencia de medios humanos, tales como un trabajador
social, así como la carencia de medios materiales de toda índole en el
centro determina limitaciones de derechos que van más allá del derecho a
la libertad deambulatoria, como la limitación de los derechos a recibir
información, a las comunicaciones telefónicas, a la intimidad
domiciliaria y a la intimidad personal y familiar, lo que hace que la
situación actual de las mujeres en el CIE de Las Palmas sea
especialmente deplorable”, subrayó la juez al ser entrevistada por
Women’s Link Worldwide.
También, como juez de instrucción, Victoria Rosell reiteró que le
consta que han eludido el internamiento de mujeres prostituidas que
presentaron denuncias y prestaron declaración, pero cuyas causas
terminaron mayoritariamente en absolución de los acusados.