Nicolás Guerra Aguiar / Las Palmas de Gran Canaria
Allá por los setenta del siglo pasado, el cantaautor Paco Ibáñez
le puso música a muchos poemas de creadores españoles. Y quizás
por una especial disposición musicó más de una vez a José Agustín
Goytisolo. Guardo de aquella época una grabación realizada en el
teatro Olimpia de París. Allí cantó con éxito Me lo decía mi
abuelito, estructura poética goytisoliana de cinco estrofas cuyo
estribillo es «Me lo decía mi abuelito / me lo decía mi papá / me
lo dijeron muchas veces / y lo olvidaba muchas más».
Lo recordé hace unos días tras leer el abuelete mensaje (dicho con
el máximo respeto) del señor presidente de Canarias. Porque les
envió el señor Rivero Daute una recomendación a los jóvenes
canarios, las decenas de miles de pollillos -titulados o no- que no
consiguen puestos de trabajo. Y les dijo que a causa del boom
turístico y de la construcción habían perdido «los valores de
sacrificio, esfuerzo, trabajo, y de reto inculcado por sus mayores».
(Pero, ¿se acomodaron ellos por sí mismos o fueron sus padres
quienes les pusieron todo en las manos?) Otrosí: y que se habían
hecho unos comodones, pues vieron como un inconveniente el traslado
por cuestiones laborales incluso dentro de su misma isla,
comportamiento que puede ser cierto en casos muchos pero no en las
mayorías, en cuanto que son conscientes de la obligatoria movilidad
para conseguir la independencia. (Me parece algo osado, con mis
respetos. Ofrézcales trabajo en otra isla a los grancanarios
treintañeros en paro, ¡ni uno faltaría a la cita!)
De paso, aprovecha el señor presidente para loar a los abuelos que
emigraron e hicieron las Américas por negativas situaciones
económicas en Canarias. Hubo épocas de hambre, miseria, pobrezas y
terribles penurias, en efecto; pero otros –lo olvida el señor
presidente- huían de los vencedores en la Guerra civil, aquellos,
los obreros republicanos. Varias islas casi se despoblaron porque
tras el final de la II Guerra Mundial el país quedó aislado, y los
mercados europeos se cerraron a los productos canarios (influyeron
también las sequías, 1944, 1948). Y hubo que emigrar: Venezuela fue
la gran receptora, pero también Cuba, Argentina. Sin embargo, no
todos triunfaron: miles de ellos desaparecieron o murieron en el
intento, ahogados (La Elvira, 1949), asesinados, pero también
explotados en esclavitudes, más miserias.
Hoy cuenta
Canarias con un Gobierno autónomo entre cuyos organismos figuran,
por ejemplo, las consejerías de Cultura… Políticas Sociales y
Vivienda; Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas; Empleo, Industria y
Comercio; Obras Públicas… con sus correspondientes departamentos.
Así, las más significadas en este caso (Políticas Sociales,
Vivienda, Empleo, Industria, Comercio) cuentan con viceconsejerías,
direcciones generales de Políticas Sociales, Trabajo, Comercio y
Consumo y secretarías generales técnicas de Políticas Sociales y
Vivienda, Empleo, Industria y Comercio, a la vez que direcciones
generales de Trabajo, Comercio y Consumo. Y aquí me paro para no
llenar este párrafo con nombres de organismos oficiales al mando de
responsables políticos que cobran sus nominillas, muy espléndidas
muchas de ellas, ¿a que sí?
Pero ante la gravísima crisis
económica que lleva al señor Rivero a tales abueletes mensajes a la
juventud (insisto, con mi máximo respeto al señor presidente), me
surgen dudas: no hay dinero; en Canarias domina el paro; los jóvenes
la tienen nigérrima o negrísima: entonces, ¿para qué necesitamos
tantos y tantos organismos como los apuntados arriba, en cuanto que
sus presupuestos casi dan solo para nóminas? ¿Para qué consejeros,
viceconsejeros, directores generales, secretarios generales técnicos…
si nada se mueve porque nada hay para su actividad? ¿No sería más
racional, digo, pregunto, reestructurar y ahorrar centenas de miles
de euros que se gastan en nóminas a políticos –con asesores,
secretarios, jefes de gabinetes- que nada hacen en cuanto que nada
pueden hacer, por mucho que se intitulen de Comercio, Empleo,
Políticas Sociales…? ¿Y esos millones de euros no servirían para
crear empleo? (Pero no envíe a los pollillos a Cuba, Venezuela,
señor Rivero, ¡los canarios e hijos de canarios están regresando,
asfixiados! ¿Acaso a Europa? Pregúntele a su señora exconsejera de
Educación por el nivel que ella fortaleció –es un decir- en
Inglés)
No, señor Rivero.
La cosa no es así, ni esa es la solución. Los padres de tales miles
de jóvenes pagan impuestos para que los políticos y los Gobiernos
encuentren soluciones que no consisten en invitarlos a emigrar ni,
por supuesto, en subir tributos, tasas de vados, de coches… o
implantar zonas verdes (verde pintura, claro) para cobrar a los
vecinos capitalinos que ya abonan gravámenes municipales por sus
vehículos.
En conclusión: permítame decirle con la
máxima consideración, como ciudadano canario, que esto no es
racional ni lógico, mucho menos justo. Cuando usted les dice a los
jóvenes (¿a todos, señor presidente?) que emigren, no puede pensar
en América, eche un vistazo a la calle. Quizás quiso usted decir
África, que tampoco: sus bachilleres huyen de aquellas tierras, no
parece que sean las más recomendables para nuestros hijos, cuestión
de supervivencia. Porque a ustedes se les elige y paga –y con
dadivosidad, pues no hay una plaza vacante en la política, ni se
espera- para que solucionen, mas no para quitarse responsabilidades
de encima y enviar mensajes como el abuelito de Goytisolo. Para eso,
señor presidente, para decirles que se vayan, no hace falta un
Gobierno canario. Las decenas de millones que nos cuesta serían la
solución para nuestros jóvenes, o parte de ella, es cierto.